Trueques

Cambio mi muerte por la tuya. Tu muerte es sin honores. La mía es con dolores. Tu muerte es inocente. Mi muerte es culpable y no preguntes de qué. En la tuya caben todas las memorias. En la mía, sólo abismos. Cambio tu muerte por la mía: tú que eres mi víctima. Yo que soy tu victimario.


El hecho no es cambiar figuritas. Todos padecimos el holocausto por igual. Todos quedamos marcados, y no precisamente por la historia. Pienso en tía Rebeca, que se salvó y al no poder resistir el horror de los recuerdos, se suicidó al año. Al año de morir su hija Irina. Que se fue de este mundo justo un año después que muriera papá. Papá estaba secretamente del otro lado, con ellos. Ellos, los que cruzaron la frontera y crucificaron millones de almas. (Sólo la mía quedó atada a la nube de la ilusión de olvidar. Y no tiene trueque).


No hay trueque para esa tristeza. Si la conviertes en flor, aún flor marchita, la acepto. Pero así, deshojada y sin tono, no me sirve. No es tristeza ni para humillados. ¿Cómo quieres usarla? ¿Cómo quieres que te sirva? Sólo te darán monedas por ella, y aún así, ni esos céntimos te bastarán para darle credibilidad de auténtica tristeza.


Varias veces mi padre cambió de profesión. Y lo peor; en cada una, en cada nuevo oficio, nos convocaba. Aprendimos de todo y nada bien. Hasta que un día nos rebelamos: pondríamos una tintorería y se terminaba todo otro acuerdo societario. Para él fue un crack. Solo se sentía perdido. Al año llegó a nuestro negocio entusiasmado: había abierto una fábrica de anilinas y ofrecía sumarse a nosotros…


No se cambian los silencios, Eduwiges. Sé por qué callas siempre. Tú no sabes, sin embargo, por qué callo yo. Pasarán los años y no estaremos ninguna de las dos en este mundo y ese silencio de cada una será nuestra lápida. Hermanas, nos unió la distancia.


Trueque de ideas. No, de inventivas. Trueque de oficios. No, de costumbres. Trueque de fortunas. No, de destinos. Trueque de infelicidades. Acepto.

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Acerca del autor

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Biobibliografía

Poeta, ensayista, crítico de arte, Jorge M. Taverna Irigoyen nació en Santa Fe. Ha publicado una decena de libros de poesía, crítica e historia del arte, mereciendo numerosos premios por su labor. Publicó sus narraciones breves bajo el título Historias verosímiles en la revista Letras de Buenos Aires y en el suplemento cultural de El Litoral de Santa Fe. Fue Director Provincial de Cultura, director y fundador del Centro Trandisciplinario de Investigaciones de Estética de Santa Fe y presidente de la Asociación Santafesina de Escritores. Es miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte y Presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes.

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